Gracías /L


Hay que sacarse la careta, salir del encierro, de lo clandestino, como si eso fuera lo prohibido. Lo prohibido, lo clandestino, es una olla a presión. Cuando llega a su punto te explota en la cara, te salpica, te moja, te sorprende.
Te toma, te aborda, te arrebata… así lo niegues, eso que mantenemos en la sombra, clandestino, tarde o temprano reclama su lugar.
La leña que se moja pero que no se consume sigue chispeando, eso es la clandestinidad. Porque la clandestinidad tarde o temprano prende, renace de las cenizas, te quema. Finalmente lo clandestino sale a la luz, abandona las sombras, la oscuridad, para luchar por lo que quiere. Desafía al deber ser, a lo prohibido. Y ya sin esconderse, sin ocultarse, lucha a cielo abierto.